lunes, 31 de agosto de 2009
Una mirada bien personal...
Posee un espíritu bien optimista que le permite combinar la realidad cotidiana con un mundo surrealista y soñador que, paradójicamente, suele tener los pies bien sobre la tierra.
Para llegar a su profesión y al reconocimiento que ganó como historietista, primero debemos atravesar un camino de búsqueda y rebotes constantes. Confiesa que, después de terminar la secundaria estaba perdido y sin la menor idea de qué hacer. Luego de evaluar el escenario, encontró en la profesión de su padre, que era abogado, una posible salida, pero tuvieron que pasar siete meses de estudio para que se diera cuenta de que la cosa no iba. Probó con Ciencias de la Comunicación y le gustó, pero duró un tiempo.
Tenía que seguir buscando, así que entró en Publicidad y aclara que tenía la idea de que debía estudiar algo que económicamente me permitiera vivir. No imaginaba que siendo artista, escritor o filósofo también lo pudiera hacer. Cuando la publicidad empezaba a desilusionarlo, notó que su vocación no iba a pasar por una cuestión económica, y que ése era un mal camino para encontrarla.
¿De verdad no sabías qué era lo que te gustaba o no te animabas a tomar la decisión?
No tenía la menor idea. Seguro que Picasso, a los 16 o 17 años, sabía que era un artista, pero yo no era el que mejor dibujaba de la clase, ni tampoco tenía una pulsión tan grande para el dibujo. A esa edad, para mí era lo mismo ver tele, jugar a los fichines, leer a Stephen King o dibujar (risas). Es difícil saber de antemano lo que a uno puede o no gustarle. Lo descubrí haciéndolo, y así conocí gran parte de mi profesión. (Entre risas) ¡Es medio injusto decidir a los 17!
¿Sentís que los años previos al dibujo fueron una pérdida de tiempo?
¡Nooo, al contrario! Si hoy puedo vivir de las historietas, es por todo lo que hice antes. Es como la película El efecto mariposa (un film sobre la manipulación del tiempo): si alterás algo del pasado, quizás el presente se modifique, y si no hubiera estudiado lo que estudié, tal vez no llegaba a lo que soy hoy. Por todo lo que pasé, fueron como un montón de buenas mini noticias que me acercaban a mi profesión. Todo es para bien. Lo que uno estudia te enseña a pensar y a conocer. ¡No hay que desesperarse!
¿Cómo evolucionaron tus tiras hasta llegar a Macanudo?
Arranqué en Página/12, con Bonjour, que salía muy escondido una vez por semana en un suplemento, y buscaba llamar la atención. No estaba tan preocupado por lo que decía o cómo hacía, y cada idea extraña la ponía. Cuando pasé a hacer Macanudo, descubrí que podía tranquilizarme, ir a las cosas "más chiquitas" y que no tenía la necesidad de hacer un chiste tras otro; no quería fórmulas armadas. Macanudo viene a ser como una columna. Es escribir cada día sobre algo distinto. Con eso me saqué la obligación de tener que rematar cada chiste. Además, no me considero la gran cosa como para pensar que no van a entender mi genialidad si no tiene un remate (risas). Tengo un nivel de entendimiento básico y normal, así que no subestimo a nadie.
¿Cómo es el proceso creativo de una tira?
Creo que no hay repuesta para explicar cómo nacen las ideas. Tenemos un espacio en blanco; el cerebro empieza a hacer ping-pong con un montón de cosas, quizás aparece algo que funciona, y me pongo a dibujar. Pero el proceso nunca es el mismo. Me gustan las sorpresas. Por eso mi registro de humor es tan cambiante: a veces es tierno, absurdo, cruel o gracioso.
Busco trabajar de la manera que a mí me gustaría leer una historieta. Lo mismo me pasa con el cine y los escritores. No me gusta lo prefigurado. El primer gesto para salir de esto es no subestimar al lector.
¿Por qué te personificás a vos mismo como un conejo en Macanudo?
Es una mezcla de muchas cosas. Otros artistas, como Matt Groening (creador de Los Simpsons), también usan conejos, y descubrí que era mucho más fácil hablar de mí mismo con un disfraz. Al principio, en la tira Bonjour, me dibujaba tal cual soy, pero me daba vergüenza y creía que la gente iba a pensar que era un gil. Entonces, hacía que todos los personajes me agredieran o terminaba llorando porque no tenía ideas. Todo eso era por miedo a hablar. Más tarde, descubrí que me gustaba poder ser autorreferente, contar las cosas que me pasan de verdad, y lo logré gracias a ese disfraz. Pero no es el único personaje que me identifica. Soy una mezcla de todos y elijo a cada uno según lo que quiero contar.
¿Y cómo nacieron todos esos personajes que también te representan?
Cada personaje nace por la necesidad de encontrarle la vuelta a algo que quiero decir. Por ejemplo, "Oliverio la Aceituna" aparece porque quería hacer humor negro. Como en La Nación tengo muchos lectores variados, no puedo publicar cualquier cosa como en Página/12. Entonces, encontré que a una aceituna podía matarla las veces que quisiera o ponerla en peligro de muerte. Otros personajes, como "La vaca cinéfila", "Lorenzo y Teresita" (Uno de mis preferidos!) o "El traductor", aparecieron porque me gusta mucho el cine y quería contar cosas ridículas que veo en las películas. Para el surrealismo están los duendes, y de esa forma sigue la lista. Todos tienen algo para decir.
Cosas que te pasan si estás vivo.
Así se llama un blog, donde Liniers no solo publica sus obras sino también nos invita a sus seguidores a conocerlo un poco más. En junio del 2006, crea un blog propio donde en el primer post sólo escribe: “Todos tienen el suyo, ahora me toca a mí hacer uno".
Los dibujos que pone en este blog son de cosas curiosas que le pasan a él, anécdotas que pasa junto a su esposa Angie e hija Matilda, o junto a famosos, y también pone los afiches de sus presentaciones de libros, o las carátulas de discos y libros, o afiches, que le piden diseñar.
Manteniendonos al tanto de lo que esta haciendo...
Con ustedes, Liniers...
Requerido para los artes de discos, afiches y diversas campañas, Liniers ha convertido su hobby en su trabajo. Y eso también es una victoria. “Siempre he dicho que es como si hubiera dicho quiero ser astronauta y se me hubiera dado”, dice él.
Podemos apreciar a continuación una entrevista donde nos habla de su obra, influencias, familia, anécdotas, rutina… y varias cosas más. Sin más preámbulos con ustedes, Liniers..
Sus personajes y algunas tiras...
Bill Watterson.
Enriqueta: Una niña que lleva un vestido azul. Su principal diversión es leer grandes libros, dedicarse a imaginar y disfrutar de la naturaleza, por lo que generalmente en las tiras que protagoniza hay un tono existencial aunque inocente. Tiene dos amigos, Fellini, su gato, y Madariaga, su oso de peluche.
Fellini: Un gato negro de orejas puntiagudas y nariz roja que constantemente se involucra en problemas. Confidente y completamente fiel a su amiga Enriqueta.
Madariaga: Un pequeño oso de peluche, que si bien no parece tener vida dentro de la historieta, generalmente se le trata como si fuera capaz de manifestar actitudes humanas como soñar o pensar.
domingo, 30 de agosto de 2009
Un tipo macanudo!
Por entonces, ese tal Siri tenia unos 22 años y nada de la experiencia que después logro con sus tiras, las ilustraciones para libros y tapas de discos y los dibujos en vivo en recitales.
El mítico Quinterno, ya grande y en general reacio a las entrevistas y a las declaraciones públicas, contestó "con generosidad y diplomacia", al decir de Liniers, con una carta donde expresaba:
Lamentablemente, no estoy capacitado para juzgar y menos para opinar sobre la obra de un joven de 22 años. Las últimas generaciones sienten el humor de modo diametralmente opuesto al que sentíamos a esa edad.
Sin abrir juicio y ubicado en 1995, creo que Siri, desde esa óptica, demuestra creatividad y habilidad como dibujante humorista. Te hago llegar mi cálido abrazo!
Dante.
Mayo 11/1995"